Podríamos decir que los faros antiniebla delanteros ni están ni se les espera. No son obligatorios, así que muchas veces un coche no los trae, sobre todo si es una versión básica de precio asequible, dejándolos si acaso como un equipamiento opcional o para las versiones mejor equipadas, y más costosas, claro.
De hecho ahora mismo podría poner algún ejemplo de coches que ni siquiera lo montan como opción. Pues señores: mal, muy mal. Los faros antiniebla son útiles, necesarios y no se pueden sustituir por un faro más moderno, sea de xenón o sea LED. Digo esto porque conozco algún coche que al montar faros de xenón, de manera incomprensible prescindía de los faros antiniebla.
Obviedad: los faros antiniebla están diseñados específicamente para la niebla
La luz de cruce o corto alcance de faros halógenos no sustituye a la luz de los faros antiniebla, y tampoco la sustituye la luz de cruce de unos faros de xenón, o de unos faros LED, por superior que sea el haz de luz que proyectan estas tecnologías. Si hay niebla encenderíamos la luz de cruce, pero no vamos a tener la misma calidad de iluminación que si tuviéramos además luz antiniebla.
La niebla es un fenómeno meteorológico que consiste en la suspensión de gotas muy finas de agua en el aire, debido normalmente a una humedad alta y una temperatura ambiente fría. En otras palabras, es una nube baja a ras de suelo.
Y otra obviedad más, la niebla dificulta la visibilidad porque nuestros ojos tienen que ver a través de esa infinidad de diminutas gotas de agua. Y lo mismo sucede cuando hay lluvia intensa, en este caso sigue habiendo gotas de agua, más grandes, claro, entre nuestros ojos y lo que queremos ver.
Pues bien, para intentar ver y que nos vean un poco mejor, los ingenieros hace tiempo se pusieron a pensar en qué tipo de faro y luz podían hacer, pensando en que su haz atraviese mejor esas gotas de agua en suspensión, e ilumine un poco mejor la calzada. Y así se crearon los faros antiniebla.
Tanto la lámpara como el propio faro (el reflector que da forma y proyecta el haz de luz), se diseñan para que el haz de luz atraviese un poco más la niebla, e ilumine un poco mejor el carril. Este haz de luz es más intenso que el de la luz de cruce, pero además se orienta algo más bajo y ancho.
Hace años asistí a una demostración en laboratorio de varios faros atravesando una niebla artificial (rociado de agua muy fino) para evaluar cómo diferentes diseños de lámparas y faros podían atravesar un poco mejor o un poco peor la niebla.
Así que aunque la niebla no es un fenómeno que nos encontremos todos los días en la carretera, y aunque dependerá más de la zona en la que vivamos, las zonas más húmedas y frías o junto al mar suelen tener más días de niebla que las zonas cálidas y secas, los faros antiniebla son muy utiles.
Me cuesta entender que con lo que vale un coche, se escatime al final por un elemento que en el fondo, montado en serie en la fábrica, no encarecería más de 150 euros el precio del vehículo. En mi opinión un coche no debería no tener faros antiniebla delanteros (los faros antiniebla traseros sí son obligatorios).
Otra obviedad: los faros antiniebla son para cuando hay niebla
Bien, si ya tenemos faros antiniebla delanteros en nuestro automóvil, no olvidemos cuándo hay que usarlos. La luz de los faros antiniebla, cuando no hay ni niebla ni lluvia, es bastante deslumbrante, así que si los llevamos encendidos estamos molestando, e incluso poniendo en un apuro a otros conductores, que pueden quedarse sin visibilidad durante unos segundos debido al deslumbramiento producido, con el riesgo para la seguridad que eso supone.
La luz antiniebla delantera se enciende solo en tres supuestos: primero, que haya niebla, y tanto más cuanto más espesa sea esta, segundo cuando hay lluvia intensa, está nevando o hay nubes de polvo o humo, tercero, si se circula de noche por una carretera de calzada estrecha, con curvas de poca visibilidad (con la correspondiente señal de curvas peligrosas), se pueden llevar encendidos los faros antiniebla.
Si además la niebla es muy densa y la lluvia, nieve o nube de polvo o humo es muy intensa y reduce drásticamente la visibilidad, se encenderá además la luz posterior de niebla, de color rojo muy intenso (que sin niebla deslumbra y molesta muchísimo a quien vaya detrás nuestro).
Cuando ya no haya ni niebla, ni lluvia, ni esté nevando ni haya ya nube de polvo o humo, se tiene que apagar la luz antiniebla, primero la trasera, en cuanto disminuya la densidad, y después la delantera. Es un acto que nuestro cerebro tiene que hacer automáticamente, al igual que ponemos o quitamos las luces de largo alcance en carretera, según nos crucemos o no con otro vehículo.
Para ayudarnos a entenderlo mejor podemos fijarnos en lo que vemos. Si con la niebla, lluvia, etcétera me cuesta ver el carril, debería encender los faros antiniebla delanteros, si además me cuesta ver las luces traseras de los coches que van delante mío, entonces debería encender también la luz antiniebla posterior. Y al revés según vaya viendo mejor, para ir apagándolas.
En condiciones normales no se puede circular con las luces antiniebla, estamos deslumbrando a los otros conductores.
Por si no nos damos cuenta a simple vista, en el cuadro de instrumentos del vehículo se encienden los correspondientes chivatos para cada una de estas luces, verde para la luz antiniebla delantera y amarillo auto para la luz antiniebla posterior. Así que no hay excusa.
Lo dicho: los faros antiniebla son útiles, pero solo hay que usarlos cuando toca.
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