Es bien sabido por muchos conductores que en algunas provincias españolas muchas poblaciones han optado en la última década por los resaltos, del tipo que sean, bandas reductoras de velocidad industrializadas atornilladas a la calzada a posteriori, o pasos de peatones sobreelevados hechos de obra, como elementos de calmado del tráfico (o pacificación del tráfico), que obligan a los conductores a reducir la velocidad de paso.
Y así han aparecido por casi todas las calles de algunas ciudades estos elementos, también llamados a veces popularmente como “guardias tumbados”. Y lo cierto es que la intención detrás de su instalación es muy loable, evitar que algunos irresponsables circulen demasiado rápido por las calles, y por encima de todo evitar atropellos de peatones, pero al final los sufrimos todos los conductores, todos los días, a todas horas.
Resaltos: incómodos y molestos
Me refiero a estos elementos como resaltos y no badenes, término que se ha generalizado. Si bien el diccionario de la RAE ha incorporado una quinta acepción a la palabra báden, para definir el “obstáculo artificial alomado que se pone de través en la calzada para limitar la velocidad de los vehículos”, al menos cuando yo estudié la teoría para obtener el permiso de conducción se distinguía muy claramente entre resalto, elemento transversal con relieve hacia arriba, del badén, elemento transversal con relieve hacia abajo. Así que por no mezclar cosas, prefiero seguir llamándolos resaltos.
No pretendo en este artículo analizar y valorar a fondo si los resaltos deberían estar o no estar en nuestras calles, pues eso podría suponer por sí solo un artículo más extenso en el que debatir sobre el asunto.
Pero lo que sí puedo decir es que en otros países no instalan por todas partes este tipo de elementos. O bien se recurre a otras estrategias de calmado del tráfico, o bien los conductores son más cívicos y respetuosos con el límite de velocidad, o bien se controla mejor por la policía local que se cumplen esos límites.
Porque no debemos olvidar que si en nuestro país hay algunos conductores que pretenden pasar por una calle a más velocidad que la limitada por la señal de turno, y entiendo que no serán la mayoría, sino una minoría irresponsable, la mejor solución es que la administración les sancione. En otras palabras, debería de estar allí la policía, o el radar automático, para multar a quienes conduzcan a velocidad peligrosa por esa calle (por ejemplo allí donde haya un colegio, un centro de mayores, un parque, etc).
Las bandas de resalto son icómodas, obligan a reducir la velocidad incluso más de lo que sería necesario en esa calle, provocan un golpe fuerte en la suspensión de los coches, e impiden que se pueda circular a una velocidad más o menos constante, pues en general lo que provocan es que haya que frenar y luego volver a acelerar, para un poco más adelante tener que frenar de nuevo, y volver a acelerar y así sucesivamente.
Eso aumenta el ruido en las calles (por el paso por encima del resalto, pero también por los momentos de aceleración hasta el cambio de marcha) y también aumenta el consumo y emisiones de los coches. Sí, aumenta el consumo porque mantener la velocidad requiere menos energía, y por ende menos gasolina o gasóleo, que tener que frenar y acelerar cada dos por tres.
Así que es normal que desde que se popularizaron las bandas de resalto industrializadas, algunas empresas o inventores se hayan puesto a pensar cómo desarrollar una menos molesta e incómoda, pero que igualmente cumpla su función de calmar el tráfico y controlar la velocidad.
Así hemos visto bandas de resalto dentadas como Badent, o bandas de resalto inteligentes, rellenas de un fluido no newtoniano, como Badennova, que son blandas a baja velocidad o duras a alta velocidad.
Vivadén, resalto de altura variable dinámica
Pues bien, también hay otra opción para intentar minimizar los inconvenientes de los resaltos que acabo de exponer: Vivadén. Vivadén es una banda de resalto con altura variable dinámica, o si se prefiere se puede decir también que es escamoteable. Es de una empresa española (más concretamente asturiana).
Mediante un dispositivo electromecánico instalado debajo de la banda, en una pequeña zanja de menos de 20 cm de profundidad, realizada en la calzada, se puede elevar o descender el alomado de la banda de resalto.
Es decir, que en algunos momentos la banda apenas tendrá altura (un centímetro aproximadamente), y al pasar por encima con el coche casi no notaremos nada, pudiendo circular a velocidad normal, y en otros momentos tendrá más altura y entonces sí la notaremos y nos obligará a reducir la velocidad.
Esto se puede hacer de dos maneras:
- O bien asociando el mecanismo de regulación de la altura a un radar de velocidad fijo que esté colocado un poco antes de la banda, de modo que automáticamente la banda se eleva cuando pasa un coche a más velocidad de la limitada. Lo que significa que no molestaría a los conductores que sí respeten la velocidad, pero frenaría a los irresponsables.
- O bien asociando el mecanismo a un programador horario, de modo que a ciertas horas del día la banda de resalto está baja, y a ciertas horas la banda está elevada. Esto por ejemplo puede utilizarse para las horas de entrada y salida de los niños al colegio, y situaciones similares.
Podemos ver sin duda las ventajas de este sistema. El inconveniente, como suele pasar con tantas otras cosas, es que no hay nada perfecto, y este tipo de banda de resalto require algo más de obra y tiene un coste más elevado que una banda estática sencilla.
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