Este puente de mayo está suponiendo la vuelta de la lluvia. Son los últimos coletazos de un invierno que no termina de irse y un verano que aún se hace de rogar. En ciertas partes de la península, los primeros chubascos van trayendo consigo grandes y oscuras nubes tormentosas que hacen más dificultosos nuestros desplazamientos por carretera, para los que debemos extremar la precaución.
Las tormentas eléctricas son una de estas situaciones que se producen en estos meses de incertidumbre climatológica, y según la AEMET, España sigue un promedio de millón y medio de descargas eléctricas en el periodo primaveral. Ya hemos alcanzado algún pico eléctrico bastante significativo que puede alterar nuestra conducción, por ello, recomendamos mantener la calma y seguir algunos consejos para circular sin miedo ni peligro alguno en estas circunstancias tormentosas.
¿Qué supone realmente una tormenta eléctrica?
La presencia de rayos es algo a lo que ya nos hemos ido acostumbrando a lo largo del año. El impacto de ese fogonazo seguido de un ruido fascinante que nos hace temblar de escalofríos y admirar el poder de la naturaleza (desde la comodidad del hogar, claro). Pero bien es verdad que es diferente si estás conduciendo. En el coche todos nos sentimos más vulnerables, y una tormenta eléctrica donde las precipitaciones sean intensas y además existan fuertes vientos, pueden hacernos pasar algún apuro.
Estos truenos transportan corrientes de hasta 30.000 amperios de intensidad y 800.000 voltios de tensión, generando una energía en forma de calor que puede alcanzar los 8.000ºC. Tenemos la suerte de contar con vehículos resistentes y seguros en caso de impacto de rayos, gracias a una carrocería exterior que disipa el choque hasta el suelo sin dañar a sus ocupantes por el conocido efecto Faraday o Jaula de Faraday. Este principio fue postulado por el físico británico Michael Faraday, quien demostró el experimento sometiéndose él mismo a ello: el campo eléctrico dentro de una superficie conductora cerrada y continua es nulo.
Faraday diseñó un compartimento metálico a través del cual pasaba una corriente eléctrica alta, mientras él permanecía sentado en su interior en una silla. Gracias a su experimento, este efecto puede aplicarse a modo de protección en diferentes equipos electrónicos expuestos a estas alteraciones electromagnéticas de las tormentas, como son los repetidores de radio y televisión o los aviones.
Ha caído un rayo sobre tu coche, tranquilidad
Todo tiene su explicación científica así que, en primer lugar, no debe cundir el pánico. Si te encuentras dentro del vehículo y protegido, los especialistas aconsejan seguir estos tres pasos: bajo ningún concepto bajes del coche, cierra todas las ventanillas y es recomendable que apagues la radio. Continúa circulando tranquilamente sin entrar en contacto con partes metálicas de la vía, sobre todo si decides estacionar en algún lugar protegido o área de descanso. Las vallas o tendidos metálicos, así como charcos y zonas húmedas no son tampoco espacios seguros.
Si tu vehículo ha recibido el impacto de un trueno mientras circulabas, antes de salir del coche debes mantenerte en espera un margen de tiempo, pues la superficie de la carrocería aún conserva cierta carga polarizada del campo eléctrico. Dependiendo de la conductividad y resistencia del momento, lo más natural es que se descargue al generar un arco voltaico entre la llanta y el suelo, pero debemos tener cuidado pues es posible recibir un calambre nada más pisar el suelo.
Es posible (rara vez) que los neumáticos revienten tras el impacto por las altas temperaturas a las que se ven sometidos, por lo que reducir la velocidad o incluso inmovilizar el vehículo ayudará a que la temperatura del neumático no ascienda tanto. Especial cuidado debemos de tener con los coches con capota o tipo cabrio, pues lógicamente, no ofrecen exactamente la misma protección frente a una descarga eléctrica. Evitemos circular con ellos cuando las condiciones climatológicas así lo requieran.
Por otro lado, en ciudad o zonas urbanas no existe prácticamente posibilidad de que seamos alcanzados por un rayo, pero sí debemos extremar la precaución cuando salgamos a la carretera pues nos exponemos más en una zona donde la toma de tierra de un rayo es más amplia. Situarnos en una zona menos elevada como un pequeño valle o cerca de un edificio nos ayudará a estar más tranquilos. En el caso de movernos en moto o bicicleta, lo mejor será bajarnos del vehículo y circular a pie siempre cubiertos y evitando el contacto con otros objetos metálicos.
Un buen mantenimiento ahorra muchos problemas
Como hemos comprobado, nuestro automóvil está perfectamente preparado y protegido para estos casos, pero debemos tener en cuenta que las tormentas eléctricas traen nubes cargadas de precipitación, normalmente, de una gran intensidad. La lluvia, los truenos, la niebla, el aquaplanning… Son muchos factores y, en estas circunstancias, nuestra conducción debe extremarse al máximo. Por supuesto, también debemos de planificar correctamente nuestro trayecto, prestando especial atención a las entrañas de nuestro vehículo.
Un correcto mantenimiento nos ahorrará grandes disgustos y malos ratos, y no requiere de un excesivo tiempo. Comprobar el estado de los frenos, la presión y dibujo de los neumáticos, la efectividad de nuestras escobillas limpiaparabrisas y el correcto funcionamiento del sistema de iluminación será todo lo que debemos conservar en perfectas condiciones para no tener ningún susto. Una tormenta eléctrica nos pone a prueba de manera especial tanto a nosotros como conductores, como a nuestro vehículo. Por lo que prevenir estas situaciones y estar preparados para cuando lleguen nos convertirá en marineros expertos en aguas turbulentas, para que podamos disfrutar luego al máximo de las aguas más tranquilas.
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