Para aquellos que no hayan tenido conocimiento del balance de accidentes de tráfico ocurridos durante el pasado fin de semana, les haré un resumen de uno de los accidentes que más ha repercutido en la opinión pública. Un conductor de 87 años atropella a un grupo de ciclistas y como consecuencia del siniestro fallece una persona, cuatro en estado grave y otros tantos heridos leves. Al parecer, el conductor trataba de adelantarlos y tras impactar contra ellos sigue su trayectoria hasta llegar a detenerse en un restaurante próximo para dar la voz de alarma y contar lo sucedido. Si la noticia ha caído como un jarro de agua fría para los aficionados al ciclismo, peor aún habrá sentado a los familiares y amigos de las personas que se han visto directamente afectadas por el suceso.
Un hecho para reflexionar porque son varios los factores que desencadenan esta lamentable historia. No se trata ahora de mediatizar y mucho menos emitir veredictos a ciegas porque, entre otras cuestiones, serán los profesionales los que tengan la última palabra. Pensamos que lo que ahora toca es, tomar medidas para que no vuelvan a ocurrir este tipo de incidentes. Por eso, nos sumamos a esa iniciativa y contamos también con vuestra opinión.
Ciclistas, deporte, ocio y riesgo
En caso de atropello a ciclistas, el casco de protección puede que evite unas lesiones más graves pero no va a evitar que se produzca el atropello o colisión por alcance, por tres motivos: primero, no somos conscientes del peligro que conlleva utilizar un vehículo de dos ruedas, sin motor y rodeado de automóviles que por su construcción, a nuestro paso, pueden superar los límites de velocidad establecidos; segundo, muchos de nosotros carecemos de la formación adecuada por no estar al día de los cambios y tendencias sobre las normas de seguridad vial y, tercero, porque mezclar el ocio y el deporte en un espacio compartido con otros usuarios que se mueven a modo de transporte de mercancías y viajeros, queramos o no, tiene sus riesgos.
La protección del conductor de una bicicleta no se consigue sólo con un casco, con una señal de peligro como la foto de arriba, ni con la creación de carriles bici, entre otras cuestiones, porque de nada sirve el casco si aumentamos las posibilidades de riesgo, ni todas las bicicletas son compatibles con los carriles bici, ni existen carriles bici suficientes y seguros para soportar todo tipo de bicicletas. Es cuestión de saber por dónde vamos y que nos vamos a encontrar a nuestro camino. Puede que nuestro modo de vivir nos permita tener más cobertura y dar rienda suelta a nuestros comportamientos pero, por otro lado, no podemos olvidar las exigencias que nos impone la misma sociedad a la que pertenecemos.
El factor edad también es importante a tener en cuenta sobre todo en personas de edad avanzada por la pérdida de aptitudes en la conducción. Cuando hablamos en su día sobre a qué edad se puede conducir en España se nos olvidó hablar sobre la existencia de alguna norma o requisito que impida conducir a ciertas edades. Un tema que afecta a la Administración en cuanto a la determinación del cuadro de las enfermedades y discapacidades que inhabilitan para conducir y los requisitos sanitarios mínimos para efectuar los reconocimientos médicos. Por otro lado, el Reglamento de Conductorespermite, según su anexo IV, adaptaciones, restricciones de circulación y otras limitaciones en la obtención o prórroga del permiso de conducir.
¿Quién le pone el cascabel al gato?
No obstante, el mejor remedio es, ser conscientes de nuestras propias capacidades como conductores no sólo a la hora de renovar nuestra autorización para conducir sino también ante cualquier alteración de nuestro organismo con independencia de la edad. No cabe duda que, a mayor edad deberían existir unos reconocimientos médicos mas exhaustivos y, sobre todo, el cuidado y atención que merece la dependencia familiar a la hora de tomar cualquier decisión. Muchas veces nos convertimos en cooperadores necesarioscuando podemos hacer algo por los demás y no lo hacemos. De todas formas, los cursos desensibilización y reeducación vial tendrían que orientarse no sólo a los transgresores de la norma sino también a personas con ciertas limitaciones como superar una edad determinada, sufrir una enfermedad o la falta de pericia en la conducción.
En definitiva, si los riegos en la conducción se presentan por múltiples factores, trae más cuenta pensar más en nuestra propia seguridad que en las posibilidades que puedan existir de provocarse un accidente. Regulamos y señalizamos la circulación de un vehículo lento con una señal colocada y visible en su parte posterior y, sin embargo, al circular con nuestra bicicleta asumimos ciertos riesgos sobre nuestra seguridad. Un ciclista protegido al cien por cien no existe y por eso las condiciones de movilidad deben orientarse no sólo al disfrute o al derecho a circular sino más bien a elegir mejor los recursos que se tienen como, por ejemplo, una ruta más segura, asignar funciones dentro del grupo e, incluso, ayuda externa que siempre viene bien. Por desgracia, el exceso de confianza nos lleva a pensar que todo a nuestro alrededor va como queremos y no es así…
NOTA: Este artículo parte de una información obtenida de noticias de prensa y, por tanto, no ajustadas a la realidad. Tampoco se pretende hacer una reconstrucción sino más bien una exposición de hipótesis para explicar de alguna forma algunos o parte de los factores que pudieron intervenir en el suceso.
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