martes, 13 de mayo de 2014

La conducción durante el embarazo de riesgo..


Las embarazadas tienen las mismas posibilidades de sufrir un accidente, y que en ese caso el riesgo de daños es mucho mayor incluso en colisiones relativamente leves.

Obviamente, ningún científico propondría, y mucho menos ningún comité de ética aprobaría, un estudio en que se pone a mujeres encinta a realizar una actividad que se sospecha arriesgada para ver si abortan. Por lo tanto, cualquier estudio debe hacerse a partir de los abortos que se desgraciadamente se producen de forma natural.


Por otra parte, no resulta sencillo establecer la causa de la pérdida. El hecho de que una mujer sufra un desgraciado aborto tras un largo desplazamiento como conductora no establece una relación de causalidad, sino de casualidad. Es difícil decir si ese mismo embarazo hubiera llegado a buen puerto en caso de guardar reposo absoluto.


De igual forma, resulta imposible decir si el parto exitoso de una no-conductora hubiera sufrido complicaciones en caso de haberse puesto al volante. En ese sentido, la única forma de llevar a cabo este tipo de estudios es mediante la comparación de la incidencia de abortos indeseados entre las mujeres que condujeron durante la gestación y las que no.

No existe ninguna evidencia científica que demuestre que una gestante con amenaza de aborto deba excluirse de conducir o viajar en vehículos.

El Instituto Nacional de Higiene en el Trabajo llegó a la misma conclusión: no hay ningún estudio que permita afirmar la existencia de un riesgo asociado a la conducción. Por su parte, la Sociedad Española de Ginecología y Obstretricia (SEGO), en su publicación sobre protección laboral en gestantes, menciona las vibraciones cercanas a los 80Hz que sufre el feto durante la marcha, pero no llega a estimar una porcentaje de incidencia de un riesgo real para el embarazo.

Dicho esto, la mayoría de trabajos al respecto citan unas precauciones genéricas que deben tener en cuenta en la conducción durante el embarazo de riesgo. Se trata de unos consejos básicos, de sentido común, que se basan en llevar al volante los mismos cuidados que se tienen en otros ámbitos. Dedicaremos el siguiente artículo a tratar someramente dichos consejos.


En la actualidad, en la bibliografía médica y científica no existe ningún tipo de evidencia científica que demuestre que la conducción durante el embarazo de riesgo represente un mayor peligro de interrupción involuntaria de la gestación.

No obstante, todas las sociedades y asociaciones especializadas en la prevención de riesgos durante el embarazo citan algunos consejos básicos a tener en cuenta en la conducción durante el embarazo, sobre todo si es de riesgo. Se trata básicamente de trasladar las precauciones de sentido común de toda embarazada a la carretera. Veámoslas.


El primer consejo es detenerse cada cierto tiempo a estirar las piernas. Personalmente, a parte de aliviar la presión gestural contra el feto, considero que éste es un consejo universal para todos los conductores. Ese pequeño descanso es importante tanto mental como físicamente, para evitar el agarrotamiento.

En el caso de las embarazadas, además, mantener durante mucho tiempo la postura de conducción (o cualquier postura fija en general) puede favorecer la retención de líquidos y la aparición de edemas. Ésto es más común en personas con historia de problemas pulmonares o limitada irritación sanguínea; intensificado en caso de artrosis. Bajar del vehículo y dar unos pasos mitigará en cierta medida este efecto secundario de la gestación.


Otro consejo típico es la mantener una buena hidratación. Si se suele decir que las embarazadas comen por dos (algo discutible, ya que la evolución natural hizo posible el embarazo en condiciones donde la comida no era segura, se tenía que cazar cada día), entonces también es necesario beber por dos. Huelga decirlo, pero nos referimos a beber agua.

Los fluidos corporales se incrementan durante el embarazo, por lo que también lo hace la necesidad de ingerir líquidos. Si normalmente se recomiendan al rededor de dos litros(unos ocho vasos normales), durante el embarazo se debería intentar incrementar la cantidad en un 25%, hasta los diez vasos diarios; aunque obviamente el total también incluye todo el agua contenido en la comida.

Eso sí, la bebida se debe repartir al cabo del día. Más de dos vasos en poco tiempo puede diluir la sangre, provocando desequilibrios químicos


Por último, mencionar un estudio del Instituto Nacional de Higiene en el Trabajo, que establece tres criterios de seguridad bastante obvios a tener en cuenta en la conducción durante el embarazo. A saber:
Evitar el trabajo con maquinaria pesada que produzca grandes vibraciones (grúas, tractores, …).
Procurar elegir vías en buenas conducciones.
Conducir de forma suave, prestando especial atención a baches y resaltos.

Como veis, los tres criterios se resumen básicamente en evitar el exceso de vibraciones. Dichas vibraciones se transmiten directamente al feto. Tiene que ver con un concepto físico llamado resonancia, según el cual las vibraciones de una determinada frecuencia pueden amplificarse mucho, debido a un efecto de acumulación de la energía entre cada oscilación.

La cuestión es que, aunque las vibraciones parezcan pequeñas, si tienen una frecuencia que hace que el feto entre en resonancia, pueden provocar estrés mecánico sobre él y sobre la placenta. Este es el único mecanismo por el que se podría llegar a afectar directamente al feto, si bien (como se dijo en el primer artículo), no hay evidencia científica que las frecuencias generadas durante la conducción resulten perjudiciales.

En resumen, en este artículo de dos partes hemos visto que no hay ningún indicio científico que desaconsejen la práctica de la conducción durante el embarazo, incluso cuando éste es de riesgo. Ante todo, y en cualquier caso, al volante hay que extender los mismos criterios de seguridad y cuidados que la embarazada debe seguir a lo largo de todo el proceso en todos los ámbitos de su vida. Principalmente no realizar esfuerzos excesivos y evitar las vibraciones excesivas.


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