lunes, 14 de abril de 2014

Todo sobre los sistemas de retención infantil en los coches..

¿Queremos que nuestros hijos vayan seguros en el coche, o que simplemente vayan? 
Esta es una pregunta que tal vez muchos padres no se paraban a hacer, hasta que respondió la legislación en nombre de todos y se hizo obligatorio el uso de sistemas de retención infantil, o lo que es lo mismo, las sillitas para niños en los coches.

Y es que antiguamente se hacían muchas cosas, y se podían tener muchas malas costumbres, por desconocimiento, por ignorancia, o porque durante años eso de la seguridad parece que no importaba demasiado. Pensemos por ejemplo que no hace tantos años que no eran obligatorios los cinturones de seguridad en las plazas posteriores, o que se hizo obligatorio el uso del cinturón en todo tipo de carreteras, o que se generalizaron sistemas de mejora de la seguridad como el airbag.


Los accidentes de tráfico son la primera causa de mortalidad infantil en España

Hoy en día, en un país avanzado, con un sistema de sanidad de gran cobertura y últimas tecnologías, la estadística de mortalidad infantil es bajísima. Es muy poco probable que un niño fallezca por enfermedad. Así resulta que la primera causa de mortalidad de niños son los accidentes de tráfico.

Y como un niño no es un adulto, ni por tamaño, peso o estatura, y mucho menos por desarrollo y resistencia física, el cinturón de seguridad de un coche, pensado para un mayor, no sirve para un niño. Y como resulta que lo que más mata a niños son los accidentes de coche, no hay nada que discutir a que se hayan hecho obligatorios las sillas infantiles.

Eso sí, qué le vamos a hacer, cuestan dinero, y es cierto que suponen un desembolso importante dependiendo del tipo de silla, de sus prestaciones, o de su diseño. Nadie dijo que tener un niño sea barato. La cuestión es que si lo tenemos, nosotros, los adultos, somos los responsables al 100% de ese niño, de su bienestar, de su seguridad, de su salud, y de tantas otras cosas.

No es lo mismo retener que proteger

Las sillas infantiles no son todas iguales. Pasa como con todo. Siendo en esencia lo mismo, las hay que pueden ofrecer más o menos seguridad, porque su ingeniería sea más o menos elaborada, porque incluyan más o menos funciones o posibilidades de adaptación, porque se empleen unos materiales u otros, o porque su diseño esté más o menos elaborado (y aquí el hecho de que sean más o menos bonitas, cucas o monas, no es lo importante, sino que protejan mejor a los niños).

Más allá de entrar en comparativas, que no es el objeto de este artículo, como concepto fundamental es importante que los padres-conductores-consumidores tengan presente que no es lo mismo retener que proteger.

Las sillas infantiles que se venden en España (y en toda Europa) tienen que estar homologadas, y por tanto tienen que cumplir ciertas condiciones mínimas estipuladas por un reglamento (el ECE-R44/04). Y una cosa es cumplir con los mínimos, aunque sea por los pelos, y otra cumplir con los mínimos sobradamente. Pongamos el énfasis en una cosa: se llaman técnicamente sistemas de retención infantil, no sistemas de protección infantil.

Una sillita para niños para el coche homologada cumple su función: retener al niño en el asiento, dentro del coche, y que no salga lanzado por efecto de una desaceleración brusca, ni se golpee gravemente. Pero que el niño quede retenido no necesariamente implica que no sufra ciertos daños.

Una buena sillita infantil, será aquella que además de retener, protega al niño, y eso se consigue con un diseño e ingeniería de la silla a mayores. ¿Se puede decir que una silla más cara es siempre más segura? Pues de nuevo, como con tantas cosas, no. Habrá sillas muy caras que no son más seguras que otras no tan caras. Lo que sí es cierto es que la silla más económica y barata, cumplirá con la normativa de homologación, pero será difícil que aporte mucho más (ya se sabe, mucho y bien no hay quien).

Es responsabilidad de los padres informarse sobre sillas, decidir cómo pueden gastarse el dinero, cuánto pueden gastar, informarse otra vez, mirar, remirar, comparar precios, seguir informándose, contrastar modelos, y finalmente elegir una silla (repetimos varias veces eso de informarse porque estar bien informado es fundamental para poder decidir).

Hay que tener presente que un niño puede necesitar entre dos y tres sillas a lo largo de su crecimiento. Hoy en día ya hay modelos más versátiles que permiten una gran adaptación a medida que el niño crece, y un padre podría apañarse con dos sillas (por ejemplo una de grupo 0+ y 1, y luego otra de grupo 2 y 3).

En sentido contrario a la marcha siempre es más seguro

Además de detenerse a informarse, comparar y elegir una silla que ofrezca el balance de precio y seguridad que los padres deseen para sus hijos, no es menos importante que esa silla esté colocada en el asiento del coche de la manera que cumpla mejor su función.

Hay otro concepto fundamental que los padres-conductores-consumidores tienen que tener presente. A nivel internacional, por organismos de seguridad de múltiples países, por fabricantes de sillas y por fabricantes de coches, hay consenso y no cabe ya discusión ni duda: es más seguro que la silla vaya en sentido contrario a la marcha, es decir, que el niño vaya de espaldas, y no de frente, siempre.

Y esto es más seguro para cualquier persona, para los adultos también. Si pudiéramos ir en los coches de espaldas, iríamos más protegidos y seguros que yendo de frente, pero el diseño y funcionalidad de los coches no lo permite. Hay que tener presente que por ejemplo los astronautas, cuando se produce la reentrada en la atmósfera de la cápsula, van de espaldas.

Y esto es así porque cuando se produce una desaceleración brusca, repentina y muy fuerte, la fuerza de desaceleración (habréis oído muchas veces las “g”) a las que se somete el cuerpo es muy alta.

Si vamos de frente toda la fuerza de desaceleración tiene que ser retenida por un único elemento, el cinturón de seguridad. Así, cuando frenamos brúscamente, o peor cuando colisionamos, nuestro cuerpo, por inercia, se va hacia adelante, lo retiene el cinturón, pero este ejerce una presión bastante alta sobre el pecho. Además como la cabeza no está retenida, pues no tiene cinturón que la sujete, esta se vence todavía más hacia adelante, y el cuello puede sufrir fuerzas muy elevadas y lesiones cervicales.

La superficie de un cinturón de seguridad es pequeña, y por eso la presión es alta. Pensemos ahora que vamos de espaldas, ante esa desaceleración brusca o colisión, lo que nos retiene es el propio respaldo del asiento, retiene nuestras caderas, espalda y también cabeza, y la superficie del respaldo es mucho mayor que la del cinturón.

La fuerza debida a la desaceleración es la misma (depende de nuestra masa, y de la desaceleración), pero al ser repartida entre más superficie, la presión resultante sobre nuestro cuerpo, sobre nuestra espalda, sobre nuestro cuello, es menor. Y a menos esfuerzo, menor posibilidad de sufrir lesiones.

Bueno, pues esto que es así por fura física, y que es válido para todo ser humano, es si cabetodavía más válido e importante en los niños, y tanto más cuanto más pequeños sean, pues sus características morfológicas y su desarrollo físico son muy especiales.

Un niño no tiene una cuerpo tan fuerte como el de un adulto, y en especial su punto más débil es la cabeza y el cuello. Cualquier mamá o papá conoce bien esto. Para un recién nacido lo primero y más fundamental que nos dicen es aquello de “sujétale bien la cabeza”.

Y es que la cabeza de un bebé es muy grande y pesada en proporción a su cuerpo. Viene a pesar la tercera parte del peso total del niño. Y esa cabeza tiene que ser soportada por un cuello débil y frágil, con muy poca musculatura y resistencia.

Así que el punto más débil en un bebé en caso de accidente es su cabeza y cuello. Si va de frente, en el mismo sentido de la marcha, en caso de desaceleración brusca, nada va a retener la cabeza, y el riesgo de lesiones graves en el cuello y en las cervicales es muy alto. Pero si va de espaldas la cabeza ya va apoyada sobre el respaldo de la sillita, no hay movimientos, no hay latigazo cervical, y la fuerza debida a la desaceleración está repatida en toda la superficie del respaldo.
Un 90% menos de riesgo de lesiones en el niño

Las pruebas de laboratorio en diferentes pruebas de impacto, y estadísticas, muestran que en un sistema de retención infantil colocado en sentido contrario a la marcha, o sea de espaldas, hay entre un 90% y hasta un 93% menos de riesgo de que el niño sufra lesiones (según el estudio).

Los suecos, y en general los escandinavos, que de seguridad en el automóvil y en el tráfico saben bastante, y llevan décadas de investigación y reglamentaciones, someten a una prueba de seguridad especial a las sillas infantiles, conocida como Plus Test, bastante severa.

Mientras que en la prueba para la homologación la desaceleración es de 28 g, en este test es de 38 g. Pues bien, no hay color: la fuerza a la que llega a estar sometido el cuello de un bebé, en una silla de frente con arnés de cinco puntos de sujeción es de hasta 280 kg, en una silla de frente con escudo es de hasta 200 kg y en una silla de espaldas es de solo 50 kg. Menos esfuerzo es directamente menos riesgo de lesiones.

Un apunte: hablamos de escudo y no de cojín porque es lo que es. Se trata de una pieza dura y rígida, con cierta curvatura, y un recubrimiento acolchado de no mucho espesor, que se sujeta con un cinturón de dos puntos de la propia silla. He podido tocar el escudo, y blando como un cojín no es, para nada.

En las mismas pruebas de laboratorio y crash tests, se ha comprobado que las sillas infantiles colocadas en sentido contrario a la marcha protegen bien a los niños también en caso de impacto trasero por alcance.

Siendo así los hechos, no es de extrañar que la propia DGT el año pasado empezara a plantearse añadir en el Reglamento General de Circulación, la obligatoriedad de colocar a los niños de hasta 18 kg de peso siempre en sentido contrario a la marcha, o sea, de espaldas.

El siguiente vídeo, de Volvo, es muy esclarecedor.




Anclar y sujetar bien la silla

La mejor de las sillas, con más tecnología, mejor fabricada, o más cara, no protegerá al niño si no está bien colocada, anclada y sujeta al asiento del coche. Esto es una obviedad.

Hoy en día se están extendiendo las sillas con anclaje Isofix. Este anclaje, que consta de dos puntos de sujeción que van en la parte posterior inferior de la silla, es muy rápido, cómodo y fácil. La silla se ancla directamente a unos soportes de acero sujetos al bastidor del coche, que asoman por unos huecos del asiento.

Estos dos puntos se tiene que complementar con un tercer punto de anclaje de la silla, que puede ser superior o inferior. El superior es un gancho con cuerda o cable que pasa por encima del respaldo del asiento del coche, por debajo del reposacabezas, y baja hasta un enganche en la parte posterior del respaldo, ya dentro del maletero, y que se conoce comoTop Tether. El inferior es un pie de apoyo que sale de la base de la silla, y que se ajusta hasta apoyar perfectamente en el suelo del coche.

Una silla Isofix nunca utilizará el cinturón del seguridad del coche para anclarse. Hoy en día hay sillas que combina los anclajes Isofix posteriores con el cinturón, pero no son exactamente Isofix. De hecho una silla Isofix siempre estará perfectamente sujeta, mientras que una silla mixta, que requiera el cinturón de seguridad del coche, no lo estará del todo cuando este se quita.

Antiguamente eran más habituales las sillas infantiles que no eran Isofix, y que se sujetabancon el cinturón de seguridad del coche. Es importante detenerse a leer y comprender perfectamente las instrucciones de sujección de la silla, y por dónde y cómo debe pasar, sujetarse y tensar el cinturón de seguridad, para que la silla quede perfectamente sujeta.

Si la silla lleva un arco de seguridad antivuelco, este debe ajustarse contra el respaldo, para evitar que la silla se tambalee.

Si la silla colocada en sentido contrario a la marcha, va en el asiento delantero del acompañante, y el coche equipa airbag frontal, este tiene que desactivarse obligatoriamente, y si no es posible, la silla entonces no se podrá colocar en ese asiento, sino en los asientos traseros.
El criterio más importante de elección es la edad

Las sillas se homologan por peso del niño. Es lógico, una silla es un elemento con una determinada estructura, y como tal su resistencia tiene un límite, en este caso, el peso del niño que tiene que sentarse en ella. Un coche por ejemplo también tiene un peso máximo que es capaz de mover o remolcar, y un edificio o un puente tienen también un peso máximo que pueden soportar encima.

Sin embargo el criterio más importante para elegir el tipo de silla, y si esta irá de frente, o de espaldas, tiene que ser la edad del niño. Y esto es así por todo lo que explicamos antes, lo más importante es atender al desarrollo físico del niño, de su cabeza, cuello, musculatura, pues cuanto más edad, más desarrollado estará, y cuanta menos edad, más frágil es su cuello.

La estatura del niño también es un factor importante a la hora de elegir la silla, es una cuestion de lógica, si el niño ha crecido tanto que se sale de la silla, esta ya no lo protegerá adecuadamente. Lo más importante es prestar atención a que la cabeza del niño no sobresalga del respaldo de la silla.

Lo más recomendable es llevar al niño de espaldas cuanto más tiempo mejor. Lo recomendable es que un niño menor de cuatro años de edad no vaya de frente, sino de espaldas, y en todo caso es encarecidamente aconsejable que un niño menor de dos años no vaya nunca de frente, sino siempre de espaldas.

Y después, además de la edad, y viendo el caso particular de cada niño, habrá que fijarse en el peso. Si el niño ha crecido mucho, y pesa mucho, aunque todavía tenga pocos años, si resulta que la silla ya no le vale por peso, no queda otro remedio que pasar al siguiente tamaño de silla.
Las sillas se organizan en grupos

Lo hemos dicho antes, las sillas se homologan por pesos. Veamos los grupos.

Grupo 0: de 0 a 10 kg (de 0 a 9 meses, aproximadamente). Capazo o cuco para colocar en el asiento trasero. Aunque cumplen su función de retener, ofrecen poca protección. No son recomendables, salvo para bebés con necesidades específicas que obliguen a que vayan tumbados (por ejemplo problemas respiratorios).

Grupo 0+: de 0 a 13 kg (de 0 a 18 meses, aproximadamente). Silla-cesta pensada para ser colocada en sentido contrario a la marcha del vehículo, con arneses para sujetar al bebé.

Grupo 1: de 9 a 18 kg (de 9 meses a 4 años, aproximadamente). Sillas infantiles con cinturones propios que sujetan al niño de forma independiente a la sujeción con el vehículo. Las hay para colocar de frente, con arneses o con escudo, y las hay para colocar en sentido contrario a la marcha con arneses.

Grupo 2: de 15 a 25 kg (de 3 a 6 años, aproximadamente). Sillas infantiles con respaldo, donde el niño queda sujeto, junto a la propia silla, con el mismo cinturón de seguridad del coche, el que usan los adultos.

Grupo 3: de 22 a 36 kg (de 6 a 12 años, aproximadamente). Cojín elevador sobre el que sienta el niño y viaja sujeto con el cinturón de seguridad de coche de adultos.

Hoy en día se pueden encontrar ya sillas de los grupos 0+ y 1 en un mismo conjunto, y que se pueden colocar en sentido contrario a la marcha, son muy recomendables. También es habitual que se ofrezca en un mismo conjunto la silla de grupos 2 y 3 como un cojín elevador con respaldo desmontable. En principio con esta combinación bastaría con dos sillas para todo el crecimiento del niño.

En cuanto el niño alcance 1,35 m de altura, ya no está obligado a utilizar sistemas de retención infantil, y puede ir sentado directamente sobre el asiento del coche, y sujeto con el cinturón de seguridad. Aún así es recomendable esperar hasta una altura de 1,50 m, para que el cinturón no le quede tan cerca del cuello.

Esperamos que con toda esta información, y toda la que los padres-conductores-consumidores recaben por sus propios medios, los papás y mamás conductores tengan un poco más claro cómo elegir un sistema de retención infantil para sus niños. 
Hay algo importantísimo que no podemos olvidar, por encima de cualquier otra cosa: estamos hablando de la seguridad, protección y vida de nuestros hijos.